Relicario

Guardar tu rostro cerca de mi corazón, proteger tu recuerdo, sostener tu mirada de mi cuello, encontrarte en mi pecho, sentirte como mi compañía y mi devoción. Siempre quise llevarte conmigo, conversar contigo a pesar de la distancia y el tiempo, tocar tu luz en los momentos difíciles, descubrir que estás en mí en diversas formas y colores, ver que me hablas en el silencio y me escuchas en mis ojos.

Un océano, un continente o una decena de horas o de años no son obstáculo entre nosotros. Tampoco que te encuentres en este plano visible o que vivas en lo invisible. Acá, en este relicario, puedo hallarte y venerarte. Por pequeño que sea, es más inmenso que este planeta solo porque acá, en estos pocos milímetros, podemos abrazarnos y ser un universo presente sin pasado y sin futuro.

Eres mis sentidos, soy tus palabras. Ellas permanecen aquí, en este cofrecito de vida, en esta historia que escribimos juntos y que se resguarda entre lo frágil y lo firme, en esta textura liviana y segura elaborada por manos de artesanos conectadas con un relato que, como el nuestro, aún se cuenta, aún se narra, aún se susurra en voces o se tararea en canciones. Somos relicarios, somos la eternidad que solo nos permite ser inmortales en el recuerdo que seremos algún día… ¡Llévame ahí, en esa eternidad!

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